Reseña The Revenant

 

 

Cuando empecé a ver The Revenant sentí una gran diferencia en cuanto a la presentación y el ritmo de una película convencional. Últimamente he notado una similitud en cuanto a los grandes Blockbusters del momento.

La primera media hora siempre es empleada en una presentación innecesaria y por no obviar larga de lo que va a ser el argumento. No se vive un presente en el film, sino una preparación para un clímax que no es tan grande como nos prometen.

¡Muéranse de una vez!

Con los asombrosos planos de secuencia del principio, podemos experimentar el auge y brutalidad de la batalla. Mientras se van estableciendo las distintas relaciones entre los personajes.

The Revenant es una película en constante movimiento, no me refiero a que esté plagada de acción sino a que vive un presente sin promesas aparentes al futuro.

El magnífico trabajo de los involucrados en el proyecto solo puede ser remarcado por la película en sí. Teniendo una trama de supervivencia y venganza, podemos apreciar los distintos aportes de cada departamento.

El argumento como tal, nos muestra una historia gris y brutal. Donde vemos a Hugh Glass (Leonardo Dicaprio), parte de un grupo de trabajadores que son atacados por los habitantes originales (pieles rojas) del oscuro y árido invierno de Missouri. Luego de esto, dicho protagonista vivirá una serie de eventos que lo llevarán a la completa decadencia, al observar como sus compañeros lo dejan por muerto en condiciones inhumanas.

Una venganza será planeada en contra del hombre que despojó a nuestro héroe de su única razón de vida, mientras las condiciones insoportables y el clima se convertirán en protagonistas de la cinta.

Un elenco asombroso conformado por los actores del momento (Tom Hardy, Domhnall Gleeson, Will Poulter) sumado a distintos grupos étnicos que luchan entre sí a lo largo del film, conforman un escenario que se siente vivo y es tan amenazador como el antagonista.

Grabada en dos países, nos lleva más cerca a la lucha del hombre contra la naturaleza. Y nos muestra una asombrosa historia real, donde un hombre es maltratado por la vida misma perdiendo todo lo que una vez amó.

Uno de los mayores logros de la película, es indudablemente la fotografía. Llevada por uno de los mayores cinematógrafos de la historia Emmanuel Lubezki (Birdman, The Tree of Life).

Como mencioné anteriormente, la forma en que fueron filmadas las batallas me dejó atónito. Recalcando la laboriosa tarea de grabar con luz natural.

Y sobre todo, hay una escena en particular que incluye un oso, que no tengo ni la más mínima idea de como fue realizada. Destacando la asombrosa interpretación de Leo Dicaprio que sin duda es merecedora de un Oscar.

Lo que sentí que le dio el aspecto de inhumanidad a la cinta, fue Tom Hardy. Un personaje con el que sentimos empatía al oír como fue atacado por los pieles rojas, pero minutos después terminamos deseando entrar a la pantalla y asesinarlo por sus actos.

No puedo recordar una experiencia más intensa en el 2015. Con todas las películas de industria que se estrenaron este año, ninguna supo capturar la brutalidad e intensidad de un enfrentamiento épico como The Revenant.

Alejandro González Iñárritu ha evolucionado mucho como artista, desde su primera película Amores Perros (2000) siempre se ha sentido una fijación por la muerte que se nota a lo largo de su filmografía.

El miedo a morir, la desesperación y la violencia, son temas evidentes de cada cinta del director, pero en esta película explora estos aspectos de forma más directa que en sus trabajos anteriores.

Al tener una situación extremista, es innegable el hincapié del director en explorar estas emociones que, normalmente, no son tratadas en películas de alto presupuesto como es el caso.

En resumen, The Revenant es una película asombrosa que nos muestra un ambiente de desesperación tan bien realizado que tiene el poder de atravesar la pantalla y formar parte de un mensaje más fuerte. El descubrimiento de dicho mensaje quedará en las manos de cada espectador al observar un final ambiguo pero a la vez realista.

Juan Pablo Orellana